El secreto para que tus platillos tengan un aroma vibrante y un sabor fresco está en cuándo agregas las hierbas.
Mientras las hierbas duras necesitan tiempo para liberar su sabor, las hierbas suaves —como la albahaca, el cilantro o el perejil— son extremadamente sensibles al calor.
🌱 Aromas que se evaporan con el calor
Los aceites esenciales de estas hierbas son volátiles. Cuando se exponen al fuego durante mucho tiempo, se evaporan y pierden su poder aromático. Además, el calor intenso destruye la clorofila, volviendo las hojas opacas o marchitas.
Por eso, los chefs profesionales las añaden justo al final, cuando el platillo ya está listo o incluso fuera del fuego. Así conservan su frescura, su color verde brillante y ese aroma inconfundible que despierta el apetito.

🍝 Ejemplos prácticos
- Albahaca: agrégala justo antes de servir una pasta o una pizza para mantener su perfume dulce.
- Cilantro: colócalo al final sobre sopas, guisos o tacos para un toque fresco y herbal.
- Perejil: úsalo como decoración o al final de la cocción para dar color y suavidad al sabor.
🌿 Un toque final que hace la diferencia
Aunque parezca un detalle pequeño, el momento en que agregas las hierbas suaves puede transformar por completo el resultado de tu plato. Agregarlas al final no solo conserva su sabor, también realza la presentación visual y aporta una sensación de frescura al paladar.
🧑🍳 En resumen
- Hierbas suaves = al final.
- Calor fuerte = enemigo de su aroma.
- Su función: dar vida, frescura y color al platillo.
Así que la próxima vez que cocines, recuerda: deja que tus hierbas frescas brillen al final, justo antes de servir. 🌿✨
