¿Sabías que hay un truco simple para conservar tus arándanos frescos por mucho más tiempo?
Si eres amante de los arándanos, seguramente has experimentado la frustración de ver cómo esta deliciosa fruta comienza a estropearse después de pocos días en el refrigerador. Sin embargo, existe un secreto que puede hacer una gran diferencia en la conservación de estos pequeños tesoros antioxidantes: evita lavarlos hasta justo antes de consumirlos.
¿Por qué es importante esto? Los arándanos están cubiertos por una fina capa natural conocida como bloom o pruina, una especie de polvo blanquecino que muchas personas tienden a lavar inmediatamente, pensando que así estarán más limpios. Pero lo que muchos desconocen es que esta capa natural actúa como una barrera protectora frente a microorganismos y agentes externos que aceleran la descomposición. Además, ayuda a mantener la humedad dentro de la fruta, lo que asegura que se mantengan firmes y frescos por más tiempo.

Cuando los lavas antes de almacenarlos, eliminas esta barrera protectora y los dejas expuestos a un deterioro más rápido. Los arándanos tienden a absorber el agua residual que queda en su superficie, lo que genera un ambiente húmedo ideal para el desarrollo de moho y bacterias. Como resultado, su vida útil puede reducirse drásticamente.
¿Cuál es la mejor manera de almacenarlos?
Para prolongar su frescura, guarda los arándanos sin lavar en un recipiente ventilado en el refrigerador. Puedes colocar una hoja de papel absorbente en el fondo del recipiente para atrapar el exceso de humedad, lo que evitará que las bayas se ablanden rápidamente. Si notas que alguno está dañado o aplastado, retíralo de inmediato para prevenir que los demás se vean afectados. Este sencillo paso puede extender la vida útil de tus arándanos hasta una semana o más.
¿Y si necesitas lavarlos antes de usarlos?
Cuando sea momento de disfrutarlos, lávalos justo antes de comerlos o cocinarlos, utilizando agua fría y secándolos cuidadosamente con un paño limpio
