Los frijoles son un alimento básico en muchas culturas y una fuente excelente de proteínas y fibra. Sin embargo, un error común al cocinarlos es añadir sal al inicio, creyendo que así se impregna mejor el sabor. La realidad es diferente: la sal endurece la piel de los frijoles, ralentizando la absorción de agua y extendiendo el tiempo de cocción.
¿Qué sucede cuando pones sal al inicio?
La sal interactúa con la pectina y otros componentes de la piel de los frijoles. Esto hace que las paredes externas se vuelvan más resistentes al agua caliente. En consecuencia, aunque el líquido hierva, los frijoles tardan más en ablandarse, y pueden terminar desiguales en textura, con algunos demasiado duros y otros apenas cocidos.
La mejor técnica para frijoles tiernos
Para obtener frijoles suaves y cremosos, lo ideal es:
- Remojar los frijoles durante varias horas o toda la noche.
- Comenzar la cocción en agua limpia sin sal.
- Mantener un hervor suave, controlando la temperatura.
- Añadir la sal casi al final de la cocción, cuando los frijoles ya están blandos.

Ventajas de esta técnica
- Cocción más rápida y uniforme.
- Textura cremosa y agradable en el paladar.
- Mejor absorción de sabores, ya que las especias y aromáticos no se ven bloqueados por la piel endurecida.
- Evita desperdicio de tiempo y energía en la cocina.
Frijoles: mucho más que un acompañamiento
Los frijoles no solo son económicos y versátiles, sino que también son protagonistas en sopas, guisos y ensaladas. Aplicando este truco, cada plato que prepares tendrá una textura perfecta, un sabor balanceado y un aspecto más atractivo. Desde la cocina casera hasta recetas profesionales, la sal al final es la clave para el éxito.
